Las mesas parlantes en Barcelona: del salón al escenario.
Hola! ⚡
En 1853, mientras la ciudad bullía entre tertulias, cafés ☕ y novedades del siglo, un nuevo tema se coló en las conversaciones: las mesas parlantes.
Desde París llegaban noticias de muebles que se movían solos, golpeaban el suelo o respondían preguntas. En la prensa se hablaba de magnetismo animal, una fuerza invisible ⚡ que, según decían, unía los cuerpos y podía mover objetos por simple concentración. Poco después, aquella curiosidad adoptó un nombre más rotundo: espiritismo 👻.
Barcelona, siempre dispuesta a abrazar lo insólito, hizo suyo el fenómeno enseguida. En los mismos meses en que se hablaba de mesas giratorias, el Gran Teatre del Liceu 🎭 estrenó una pieza sorprendente: La mesa giratoria, o la fuerza del magnetismo. Era el 9 de octubre de 1853, y el público, acostumbrado a la ópera y la zarzuela, asistió a un espectáculo que mezclaba comedia y desconcierto.
Esa función quedó registrada en los archivos del propio teatro y hoy vuelve a figurar en su actualización histórica, confirmando que, en pleno siglo XIX, Barcelona ya debatía —con humor y fascinación— los límites entre ciencia, ilusión y fe.
A partir de entonces, las “mesas que hablan” se convirtieron en tema de conversación en los salones del Gòtic y el Eixample 🕯️, donde no faltaban médiums aficionados, curiosos ni incrédulos. En una ciudad que crecía al ritmo del vapor y de la electricidad, el misterio también pedía su espacio.
En 1869, el impresor José María Fernández de Colavida fundó la Revista de Estudios Psicológicos, primera publicación espiritista española, impresa en Barcelona. Desde allí difundió los textos de Allan Kardec y relatos de sesiones celebradas en la propia ciudad.
Años más tarde, en 1888, mientras Barcelona se mostraba al mundo con la Exposición Universal 🌍, el espiritismo alcanzó su punto álgido con el Primer Congreso Internacional Espiritista, también celebrado aquí. Mientras en los pabellones se hablaba de máquinas y progreso, en otros salones se discutía sobre el alma, la reencarnación y la vida después de la vida.
Todo había empezado, simbólicamente, en el escenario del Liceu, cuando aquella noche de otoño una “mesa” imaginaria giró ante los aplausos del público 👏. Desde entonces, el eco de ese movimiento parece sobrevivir en cada teatro antiguo de la ciudad.
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¿Y tú, qué opinas?
¿Crees que aquellas mesas realmente comunicaban algo del más allá… o solo reflejaban el deseo humano de escuchar una respuesta?


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