La maldad petrificada.

  Doscientas sesenta gárgolas como esta, nos observan desde lo alto de la Catedral de Barcelona y alrededores. Las hay de muchas formas, unas más grotescas y otras más "normales".

 Y, como no, varias leyendas las acompañan... 

Una de estas leyendas dice que tiempo antes de que existieran dichas gárgolas, se celebraba una procesión, por Semana Santa, que recorría los alrededores de la catedral... De pronto, un número muy grande de hechiceros, brujas y brujos intentaron hacerse con la ostia consagrada que iba junto a la figura de Jesús. La querían para sus oscuros rituales. 

Uno de estos brujos, cogió una piedra de gran tamaño, y como poseído por el demonio y lleno de una fuerza descomunal, lanzó esta enorme piedra sobre el sacerdote que llevaba la ostia y la figura de Jesús. Pero de manera incomprensible, o más bien milagrosa, según narra la leyenda, la piedra, al llegar al sacerdote, rebotó sin provocarle daño alguno, y salió disparada hacia el brujo que la lanzó, muriendo este en el acto. 

 Dice la leyenda que nunca jamás se atrevieron las y los brujos y demás seres a molestar a la procesión, y que en recuerdo de tal hecho, se colocaron las gárgolas, que como la de la foto, aún nos vigilan por los siglos de los siglos rodeando la Catedral.




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